13- 11 - 2018 / POR PELOÑO

El domingo habíamos quedado con las ganas de ir a Peloño, como teníamos programado, y que debido a las previsiones metereológicas, decidimos aplazar... No esperamos mucho; este martes, con un sol radiante, y contando con que la mayoría del grupo ya estamos disfrutando de la jubilación, nos acercamos a Ponga.

Desde Cangas de Onis y paralelos al Sella, salimos en dirección al Pontón;  tomamos una desviación a mano derecha, para seguir el recorrido del río Ponga. Este río de corto recorrido, nace en la fuente de la Salguerosa, en el puerto de Ventaniella, y desemboca en el Sella; recoge las aguas de fuentes y arroyos, y va tajando la piedra caliza, configurando el impresionante desfiladero por el que la carretera nos conduce a San Juan de Beleño.

Pasado el pueblo, seguimos el ascenso hacia Viego, al alto del Cabañón, y posteriormente al alto de Les Bedules. Aquí, pudimos apreciar una panorámica del macizo occidental de Los Picos de Europa preciosa, donde hicimos nuestra primera y obligada foto de grupo. Al otro lado, frente a nosotros, el Tiatordos, imponente.

Desde aquí, comenzamos a caminar por la pista que continúa por el camino histórico que cruzaba a Castilla, conocido como El Camín de los Arrieros; el paisaje con vistas a los Picos y cabañas desperdigadas entre extensas praderías... Llegamos a la collada de Granceno (1.199 m), donde confluyen las pistas que vienen del pueblo de Viboli (por el norte) con la que sale hacia el Sen de los Mulos (por el este); esta campera es la que realmente marca el inicio del bosque de Peloño.

El recorrido por pista ancha y cómoda, nos sumerge en este hayedo, de mas de 1.500 hectáreas muy bien conservado;es un hayedo oligotrofo, es decir, se desarrola con sustratos pobres en nutrientes, y cuenta con unos 200.000 árboles; aunque el haya es el árbol predominante, también tiene robles albares, abedules y acebos. El sotobosque, escaso como en todos los hayedos, pero bien conservado con abundancia de arándanos, brezos, musgos y líquenes... Nos llamó la a tención que a penas vimos setas, como tenemos visto en otras ocasiones (¿por la nevada precoz que tuvimos en octubre?)

El colorido extraordinario: amarillos, marrones, ocres...todo un espectáculo.Los arroyos abundantes. Nos desviamos para acceder al roblón de Bustiello, con mas de 8 metros de perímetro. El silencio grande, se podían oír caer las hojas.

Algunos continuaron ; otros dimos la vuelta. Comimos todos en Granceno; rápidamente nos pusimos en marcha; el frío, a pesar del cielo azul, se hizo sentir. La vuelta, con las sombras mas largas, pero preciosa igualmente. Un día maravilloso a pesar de ser martes y trece...

 

 

 

 

Al completo Majada de Les Bedules Los arroyos
El hayedo El macizo occidental de Picos de Europa Por la ruta
Peñasanta de Castilla En el roblón de Bustiello El retorno con las sombras