3 y 4 - 10 - 2019 / GRANDAS DE SALIME - CANGAS DE NARCEA - LACIANA

 

Esta vez, tuvimos que madrugar para llegar a Grandas de Salime antes de las 11 de la mañana, donde nos esperaba Ricardo, nuestro anfitrión, para visitar las instalaciones de la central hidroeléctrica. Desde aquí, queremos agradecer el tiempo y el entusiasmo que nos dedicó, permitiéndonos disfrutar de esta maravilla.

La idea de construir una central hidroeléctrica en la zona comenzó a gestarse a mediados de 1940 en el emplazamiento que previamente había valorado Narciso Hernández Vaquero. Sin embargo, no fue hasta el final de la segunda guerra mundial cuando el proyecto, obra de Joaquín Vaquero Palacios y las obras comenzaron a tomar forma. Se crea la compañía Saltos del Navia en Comunidad para asumir los gastos de la obra, participada a partes iguales, por Hidroeléctrica del Cantábrico y Electra de Viesgo.

En 1946 comenzaron las obras; fue necesaria la desviación del curso del  río Navia para dejar seco el lecho de la futura presa, para lo que se excavó un túnel de 30.725 m3 . El cemento para la fabricación de hormigón se producía a pie de obra, siendo necesaria la construcción de varios silos y tolvas, y la búsqueda de una cantera cercana que fuese capaz de abastecer de piedra el enorme volumen necesario. El abastecimiento de clinker, yeso y otros materiales que procedían por vía marítima, se realizaba a través de un teleférico de 36 km de longitud que llegaba hasta el puerto de Navia (llegó a ser en su día, el mayor de los teleféricos construidos en España). También se construyeron cuatro poblados para cobijar a los más de 3.500 obreros.
España estaba sumida en las escaseces de su posguerra y aunque las Naciones Unidas había decretado el embargo al régimen de Franco, la empresa británica English Electric suministró las turbinas y generadores, imprescindibles para la producción de energía eléctrica.
Una vez construida la presa, pero aún sin terminar, el 23 de septiembre de 1953 se taponó el túnel de desvío de aguas y comenzó el embalse del río Navia. El 19 de diciembre se acopló a la red eléctrica nacional y comenzó a producir energía el primer grupo generador que se puso en funcionamiento (otros dos lo hicieron en junio y diciembre de 1954, y el cuarto y último el 31 de marzo de 1955) La inauguración oficial del conjunto se celebró el 24 de agosto de 1955.

El arquitecto Joaquín Vaquero Palacios se encargó de la fachada principal de la galería por la que se accede al interior de la central, adornándola con varios relieves de hormigón formando un mural que representa el proceso de producción de energía eléctrica.
Por su parte, Vaquero Turcios diseño un mirador colgante en la margen derecha del río, conocido como La Boca de la Ballena, desde el que se puede admirar todo el conjunto. Suyos son también los murales que adornan la sala de turbinas. El de mayor tamaño (60 metros de largo por 5 de alto) representa todo el proceso constructivo de la central, recogiendo desde los primeros estudios hasta la distribución de la energía eléctrica, pasando por la primera reunión del consejo de administración o el éxodo de la población de los lugares que serían anegados por las aguas.
Además, Vaquero Turcios había pensado dibujar los rostros de Picasso, Einstein, Planck y Freud. Sin embargo, la censura de la época truncó esa idea. Con motivo de la restauración en los murales realizada en el año 2001, Vaquero Turcios rescató esa vieja idea, y decidió llevarla a cabo; estando los rostros de los citados personajes presidiendo la sala de turbinas desde entonces.

Una vez finalizada la visita, fuimos al Castro Chao Samartín, cuyo origen como asentamiento humano, se remonta en torno al año 800 a.C. en la Edad de Bronce, con un primer recinto fortificado. Durante la edad del Hiero, sus defensas fueron renovadas, y posteriormente en época romana, se convierte en una próspera capital administrativa, como queda patente con los hallazgos.

Después de comer nuestros bocadillos en el albergue juvenil de Castro (Grandas de Salime), por cierto, cuidadísimo con una señora amabilísima y eficiente al cargo, nos dirigimos al pueblo de Riodeporcos, en Ibias. Después de cruzar el puente colgante que lo une a la aldea, sobre la cola del embalse del río Navia, llegamos a través de emparrados al pueblo: casas de piedra con tejados de pizarra, hórreos con buena capacidad, una capilla muy cuidada, y sobre todo, una casa de aldea: Chao de Castro. Aquí tuvimos la oportunidad de charlar con la dueña, sonriente y afable, que nos invitó a probar en cacho, el vino que ella misma elabora…

Iniciamos ruta del desfiladero de Bustelín, se camina por camino ascendente, orientado al sur, alejándonos del río, para luego descender y cruzar el río, de aguas cristalinas pero debido al suelo, parece negro…multitud de helechos y vegetación lo enmarcan, con algunas pozas apetecibles..
Aquí dimos la vuelta, para retornar a La Regla en Cangas de Narcea para hacer noche. Una cena estupenda nos repuso del día largo que habíamos tenido y a la mañana siguiente, amaneció lluvioso; así que tomamos la decisión de pasar a León por el puerto del Rañadoiro (por el nuevo túnel) hacia Degaña, y posterormente, hacia Laciana…


Paramos durante el trayecto, para ver las hoces que forman el río Sil, para continuar hacia Riolago de Babia. Aquí dejamos los coches, cerca del palacio de los Quiñones; ya habíamos estado en este lugar, y nos habían sorprendido sus edificios. Al final del pueblo, con un cielo azul sin una nube, iniciamos la ruta hacia el Lago del Chao: el sendero es precioso, ancho, bien señalizado, vamos cogiendo altura progresivamente, abriéndose el paisaje a medida que avanzamos, camino de las brañas. A unos 3,5 Km tomamos una desviación a la izda, cruzando un puente al otro lado del río; continuamos el camino, muy bien señalizado hasta la braña. A partir de aquí, el camino se vuelve mucho más inclinado, y de hecho, en 2,5 Km, subiremos 330 m de desnivel. Como a mitad del camino, oímos la cascada de San Bartolo, con una caída grande. Vemos las montañas de Babia y todo el valle de Bustagil.
Y por fin, con mucho calor y ganas, llegamos al Chao (lago en el dialecto de la zona) a 1752 m; con un pequeño islote en su interior… Y allí comimos nuestros bocadillos antes de iniciar el regreso, con el macizo de la Ubiña por encima de las demás montañas…
Un día precioso con un recorrido estupendo… Aún tuvimos tiempo para rellenar nuestras botellas vacías con endrinos buenísimos, que se convertirán en buen pacharán…

Un par de días culturales, con senderismo, gastronomía y sobre todo…en buena compañía

 

Delante del mural de Vaquero Palacios Mural de Vaquero Turcios Castro Chao Samartín
Puente colgante sobre el río Navia Emparrado de Rioporcos Desfiladero de Bustelín
Iniciando ruta desde Riolago Cascada de San Bartolo Laguna de Chao